Los problemas emocionales y psicológicos se producen de forma habitual en determinados momentos de la vida, especialmente en el mundo en el que vivimos.
Normalmente solemos enfrentarnos a ellos nosotros solos, sin saber dónde están las raíces de esos problemas, ni cómo podemos hacerles frente de manera eficaz.
Aunque siempre es posible buscar pronto la ayuda de un profesional experto, sólo cuando interfieren de una manera intensa en nuestro día a día es cuando resulta imprescindible acudir a dicha ayuda.
En las líneas siguientes hemos intentado recoger algunos de los problemas que ayudamos a solucionar a las personas que acuden a nuestro centro.
La ansiedad es una emoción normal que todos podemos sentir en algún momento. Por ejemplo, es frecuente sentir cierta ansiedad frente a una entrevista de trabajo, una cita con personas que no conocemos, un examen o una situación nueva que desconocemos. El problema se produce cuando esta ansiedad es demasiado intensa, demasiado frecuente o perdura demasiado en el tiempo y llega a interferir en el desarrollo normal de nuestra vida. Entonces es cuando dejamos de hablar de una emoción normal para empezar a hablar de un trastorno de ansiedad.
Es un estado de inquietud o falta de tranquilidad muy intensa, que produce una desagradable sensación de miedo cuando la persona se enfrenta a situaciones problemáticas. Hay varios tipos de angustia y una de las más severas es la angustia existencial (cuestionamiento profundo del por qué y para qué vivimos).
Las personas que lo sufren lo describen como “miedo a volverse loco, miedo a perder el control, miedo a tener un ataque, miedo a morir”. Suele ir acompañado de síntomas como palpitaciones y taquicardias, temblor, sudoración, dolor en el pecho, sensación de ahogo o de atragantarse, mareo, hormigueo y escalofríos. Con frecuencia, la primera crisis ocurre de forma inesperada y la mayoría de las personas terminan acudiendo a los servicios de urgencias, ante la creencia errónea de estar sufriendo un infarto de miocardio o algún trastorno físico grave.
El estrés es un estado en el que una persona experimenta una presión mental o psicológica de forma continua que le impide vivir serenamente la vida cotidiana. Se suele caracterizar por un nerviosismo continuo, falta de sueño, irritabilidad, disfunciones sexuales…Puede manifestarse también a través de la aparición de dolores de cabeza, de estómago, caída de pelo, dolores de espalda, taquicardias o dificultades respiratorias.
Es un tipo de ansiedad que se caracteriza por el exceso de información acumulada, de actividad y de preocupaciones que hace que sintamos que nuestra mente y pensamientos “van demasiado deprisa”. Se manifiesta asociada a la falta de sueño, la dificultad de quedarse o permanecer dormido, despertarse cansado, dolores de cabeza o musculares persistentes, así como a la sensación de ahogo y aumento del ritmo del corazón.
Es un trastorno de ansiedad caracterizado por la presencia de diversas obsesiones y compulsiones. Las obsesiones son ideas, pensamientos, imágenes o impulsos que acuden una y otra vez a la mente de forma involuntaria, generando en la persona altos niveles de ansiedad. Algunas de las obsesiones más frecuentes son, el miedo a contraer una enfermedad, el miedo a dejar el gas abierto, a dejar las puertas abiertas, el temor a no controlar impulsos agresivos como hacer daño a un niño, tirarse por un precipicio conduciendo o gritar obscenidades en una iglesia, o las obsesiones relacionadas con cuestiones sexuales, como por ejemplo, temor a ser homosexual.
Las compulsiones son conductas o acciones mentales repetitivas que se realizan con el fin de reducir el malestar generado por las obsesiones o impedir algún daño anticipado. Por ejemplo, lavarse varias veces las manos ante el temor a contraer una enfermedad o comprobar de forma repetida el cierre de las puertas, ante la obsesión de no dejarlas abiertas.
La persona que padece este trastorno expresa preocupación y miedo a tener, o la convicción de padecer, una enfermedad grave a partir de la interpretación personal de una serie de síntomas vinculados a distintas enfermedades. A menudo las personas con este problema se sienten incomprendidas, dado que su preocupación o su temor persisten a pesar de las explicaciones médicas apropiadas.
Situación en la que el cerebro parece quedarse inmóvil, impidiendo que las ideas fluyan con normalidad, incluso provocando la sensación de ser completamente incapaz de pensar ante una situación determinada, la cual no es por lo general, ni mucho menos nueva para la persona que lo sufre, lo que lleva a una situación de verdadera angustia y vergüenza.
La depresión es un trastorno del estado de ánimo, que tiene efectos directos en el bienestar general de la persona y en su salud. Los síntomas básicos que caracterizan a la depresión son: una tristeza intensa y continúa y una sensible disminución de la capacidad para disfrutar con las situaciones o actividades con las que antes se disfrutaba. Otros síntomas que suelen acompañar a la depresión son la pérdida de energía, la fatiga, la pérdida o el aumento intenso de apetito o de sueño, la dificultad para la concentración, la profusión de sentimientos de culpabilidad y/o de inutilidad personal o las ideas persistentes de muerte.
Una de las consecuencias de la persona deprimida es el aislamiento respecto a su círculo próximo; la persona pierde el interés y las ganas de estar con otra gente, sólo quiere estar sola.
En ocasiones es difícil que la persona encuentre la causa de tales sentimientos, por eso es indicado acudir al psicólogo para averiguar su origen y aprender a afrontar las causas que lo originaron.
Hay días en los que nos sentimos tristes, abatidos, con una visión negativa de nuestra vida y del mundo;esto no significa que estemos deprimidos, sino que se debe a una respuesta que damos cuando nos enfrentamos a situaciones negativas que vivimos en nuestras vidas. Por ejemplo, es normal sentirse mal y tristes cuando tenemos algún problema con alguien querido, cuando las cosas no salen tal y como esperábamos o cuando perdemos a una persona importante en nuestra vida.
La tristeza en sí,no es un estado patológico, no es una enfermedad, si tiene lugar durante un momento y tiempo concreto; no obstante, cuando esta sensación perdura en el tiempo o va aumentando sin razón aparente, es probable que estemos entrando en un problema de Depresión.
La Distimia, conocida también como trastorno distímico, es un tipo de trastorno del ánimo y de la afectividad que se manifiesta como una depresión crónica de menor grado, pero que puede a llegar a alcanzar episodios de depresión aguda. Entre sus síntomas se señalan la imposibilidad para disfrutar de las experiencias positivas o se experimenta un gran sentimiento de agobio ocasionado por pensamientos obsesivos. Se puede producir también una falta de concentración en las actividades de ocio y, con facilidad, aparecen crisis de ansiedad. Se sufre una sensación de falta de interés por la vida que puede llegar a la desesperación.
El Duelo es el proceso de adaptación emocional que sigue a cualquier pérdida. En sentido estricto no se trata de una enfermedad, aunque puede llegar a serlo sin un adecuado proceso de superación del mismo. Se considera que el duelo es patológico cuando la persona se siente con incapacidad para afrontarlo, impidiéndole alcanzar los niveles de bienestar emocional y de funcionamiento previos.
Los principales síntomas del duelo consisten en la obsesión con los recuerdos o fantasías intensas relacionadas con la persona perdida, el deseo intenso de que la persona perdida regrese, los sentimientos de soledad o vacío, un bajo estado de ánimo, el sentimiento de culpa (por lo que podría haber hecho o no hizo antes o en el momento de la muerte/separación del ser querido), ideas de muerte (el deseo de haber muerto en lugar de la persona perdida o haber fallecido con ella), falta de apetito, pérdida de peso, insomnio o abandono de actividades socio-laborales.
La apatía es un estado anímico que suele coincidir con situaciones de tristeza, nerviosismo, cansancio, falta de concentración, llegando hasta el insomnio y/o la falta de apetito. Entre sus síntomas destaca un estado de indiferencia por la falta de entusiasmo, emoción o motivación. El deseo de reclusión y de aislamiento llega a conseguir que la persona no tenga ganas de relacionarse con los demás; se pierde así el interés por la vida social. Normalmente, es frecuente la falta de comprensión, tanto por el que lo padece, como por las personas cercanas y conocidas.
La falta de motivación se caracteriza por la falta de interés y entusiasmo en la realización de las tareas cotidianas. El aburrimiento y el tedio pueden llevar a este estado del ánimo, que puede generar, si se prolonga en el tiempo, una sensación de desesperanza y pesimismo severos ante la necesidad de enfrentarse a determinados obstáculos. Entre sus síntomas se señalan: una sensación de bloqueo que provoca ansiedad, intranquilidad y angustia. Se suele manifestar en individuos que se creen incapaces de alcanzar sus metas, ante la falta de reconocimiento o estímulos suficientes y necesarios para abordar las tareas en cuestión.
La crisis personal viene provocada por un acontecimiento de gran importancia que produce cambios importantes en la vida de una persona. La magnitud de dichos cambios genera en la persona afectada pensamientos de incertidumbre sobre la toma de decisiones, así como inseguridad vital, angustia y sentimientos de riesgo y peligro.
Tiene lugar cuando los sentimientos de soledad y de aislamiento social se prolongan en el tiempo. Se caracteriza por las sensaciones continuas y persistentes de sentirse sólo, distanciado del mundo y de las personas, con una gran dificultad para conectarse con uno mismo y los demás.
Se caracteriza por la reiteración de episodios de alteración tanto del estado del ánimo como del nivel de actividad, de forma que en ocasiones hay una fuerte elevación del ánimo y de la actividad (manía) y en otras, se produce una disminución de ambos(depresión), sucediéndose o alternándose estos dos polos, tal y como indica el nombre de la patología.
En este caso, se producen cambios bruscos y constantes en las emociones. Pueden compararse con picos de sierra. Tan pronto se siente un júbilo desmesurado, acompañado de risas y euforia, como de repente se cae en un profundo dolor o malestar. Las causas que llevan a estos contrastes emocionales pueden ser muy dispares, incluso, es normal que, en ocasiones, se manifiesten de una forma continua.
Es la sensación de falta de equilibrio emocional que lleva a la necesidad de buscar apoyo en los demás para poder sentir que lo que se hace es correcto. Esta falta de seguridad en uno mismo provoca un gran complejo de inferioridad, ante el sentimiento de no saber nada y de que siempre hay fallos graves e insalvables en los actos o tareas que se realizan. Todo esto provoca un malestar agudo.
Es la obsesión que muestra una persona por mejorar continuadamente un trabajo, o una acción, de forma que nunca pueden verse acabados. En consecuencia, siempre se siente insatisfecho con lo que hace y, por ello, vuelve a repetir varias veces una misma actividad; además también se muestra insatisfecho con otras personas cuando no hacen las cosas como ella quiere o considera que es mejor.
Es el sufrimiento causado por las reacciones negativas de otras personas a lo hacemos o decimos, al sentirlas como castigos o reprimendas. Los demás se muestran ariscos, antipáticos e, incluso, indiferentes, e inmediatamente pensamos que hemos hecho algo malo que no les ha gustado; en algunas ocasiones, incluso se piensa que nuestras palabras o acciones llegan a ofender o herir al otro. La consecuencia es una permanente carga de culpa por todas las respuestas adversas que se obtienen de los demás. Con frecuencia, el sentimiento de culpa genera una espiral de incomprensión por no saber qué es lo que se ha hecho mal, aunque eso se compagina con continuas peticiones de perdón. Todo ello provoca llanto incontrolado, o una sensación de angustia que puede convertirse, en autoflagelación y desembocar en situaciones vergonzantes para quien lo padece. Al final el mantenimiento prolongado de esta patología hace que la persona afectada se acobarde y pierda espontaneidad.
La baja autoestima, la timidez o la necesidad permanente de complacer a los demás, son algunos de los rasgos que caracterizan a las personas que padecen este problema. Las personas con complejo de inferioridad creen que todo el mundo es mucho más valioso que ellas, hasta el punto de llegar al convencimiento de que este hecho es absolutamente visible y claro para los demás. Se sienten completamente frustradas, y lo único que quieren es pasar desapercibidas. Al no sentirse estimadas ni valoradas por su entorno, se encierran en sí mismas, lo que provoca ansiedad, llanto, angustia, apatía y depresión.
Se produce cuando no hay estímulos suficientemente fuertes para socializar, causados por problemas de timidez/inseguridad y también por sentimientos de pérdida, generalmente no conscientes. Debido a esto, la persona afectada, genera pensamientos del tipo ‘no me van a entender’, ‘se van a reír de mí’, o ‘tengo demasiadas experiencias pasadas negativas.
Es la ausenciade capacidad dedesenvolverse con naturalidad ante situaciones corrientes y cotidianas. Esta carencia produce un malestar generalizado en la persona que lo sufre, debido a que se siente incapaz de enfrentarse adecuadamente a los acontecimientos del día a día. Entre los síntomas más comunes, destacan: una intensa sensación de inseguridad, que produce un gran sufrimiento al constatar que no puede llegar en el momento necesario a afrontar satisfactoriamente cuestiones tan básicas como, por ejemplo, tomar la iniciativa, saber escabullirse de los engorros o problemas que otros pretender echar sobre nuestros hombros. El conocimiento de nuestra incapacidad para defender lo nuestro, bien por falta de autoestima, o bien porque siempre se ha sido así, es un factor determinante para salir de este ovillo que se va engrosando día a día.
Es el sentimiento que se genera cuando no estamos a gusto con nuestro cuerpo y/o los rasgos físicos que nos definen. Por ejemplo, puede sentirsevergüenza por algunas partes de nuestro cuerpo y el temor a ser evaluados negativamente y ridiculizados por los demás. Las personas que sienten este tipo de problema tienden a “ocultarse” a los demás, o a tapar esas zonas que creen que no van a gustar a los otros. En ocasiones puede venir acompañada por la vergüenza provocada por vestir o utilizar determinado tipo de ropa que va a marcar más esa diferencia de la persona afectada frente a los demás.
La ira es un estado emocional en el que una persona tiene enormes dificultades para controlar los sentimientos de indignación y/o de venganza. En consecuencia, generalmente induce en esa persona respuestas incontroladas frente a una situación perturbadora, así como agresiones verbales inmediatas cuando algo sienta mal, ante las la imposibilidad o las dificultades de entrar en un razonamiento sereno de la situación; por otra parte, en este tipo de disfunción, no se suelen expresar sentimientos de culpa por haberse dejado llevar por esa explosión irracional.
Los celos hacia la pareja son sentimientos de desconfianza, sospecha y temor por la eventual pérdida de la otra persona. Habitualmente vienen acompañados de pensamientos en el sentido de que la pareja está manteniendo una relación íntima con otra persona y, por tanto, traicionando la lealtad debida a la relación de origen y haciendo que la persona que los siente se infravalore respecto a la otra parte de la pareja.
La ruptura de una relación de pareja produceefectos tanto en el que es dejado como en el que lo deja, aunque con características diferentes. En todo caso,la ruptura conlleva frustración, dolor y dependencia emocional. Primero en el que es “dejado” probablemente surjan sentimientos de victimismo, baja autoestima, autoaislamiento y depresión vital. En el que toma la iniciativa de “romper” puede que surja cierto miedo a equivocarse, un cierto grado de culpabilidad por el dolor de la otra persona y probablemente un componente de alivio al acabar con las dudas.
Cuando dos o más personas deciden vivir juntas pueden aparecer roces y conflictos, debido a las diferencias de opinión y a que, con frecuencia, proceden de ambientes distintos y han vivido experiencias distintas. Se necesita una puesta en común para que quienes conviven gocen de los mismos derechos y obligaciones. En todo caso, es importante respetar la intimidad del otro. Todos y cada uno de los miembros que conviven en una unidad familiar han de ser respetuosos con las decisiones tomadas y responsables de sus actos. Es frecuente que en un principio cada persona trate de continuar con sus costumbres; sin embargo, es necesario ser muy conscientes de que ya no se vive solo, por lo que no se puede hacer lo que a uno le parezca, ya que nuestras actitudes y actuaciones repercuten en la convivencia. Un reparto adecuado de las tareas es imprescindible y cada persona debe hacer lo que le corresponde, para así poder garantizar el máximo bienestar común.
Se trata de una alteración de la convivencia en pareja a la que se llega en innumerables ocasiones por falta de respeto a la hora de comunicarnos, bien porque se ha llegado a un punto de apatía o desinterés en la relación, porque ésta se ha desgastado o bien porque se considera inconscientemente que la relación ya rueda sola y no necesita seguir cuidándose. Es una de las causas de separación de muchas parejas. Éstas sienten que ya no tienen nada que decirse y que, por tanto, carece de sentido seguir conviviendo. Las manifestaciones más comunes son la falta de cuidados y atención a la otra parte, o los malos entendidos, que aumentan cuando la tensión se ha instalado en la pareja y son casusa de innumerables reproches. Estos van socavando la relación y generando una creciente desconfianza.
La infidelidad en cualquier relación interpersonal es una ruptura de la lealtad que se debe a otra persona e implica un mal uso de la confianza que se ha depositado en personas cercanas. La persona que sufre la infidelidad experimenta una situación de dolor y de perplejidad que, finalmente, puede generar sentimientos negativos de ira, de resentimiento hacia la otra persona, de frustración e incluso en algunos casos de rencor y deseos de venganza.
Nos referimos a las dificultades o problemas que se presentan cuando queremos establecer una relación estable con otra persona. En ocasiones esta dificultad viene determinada por una mala elección de la persona, por inseguridad, y/o por una postura de excesiva exigencia respecto a lo que esperamos recibir de la otra persona. También pueden aparecer dificultades para mantener una relación, por tener unas expectativas irreales respecto a lo que se espera de la misma, por un progresivo aburrimiento, por la necesidad de buscar nuevas emociones o por la cantidad de conflictos que aparecen en la propia relación.
En ocasiones se atraviesan momentos de desconfianza y celos, lo queda lugar a que surjan dudas en la relación de pareja. Suele deberse a la desaparición de la idealización que se había formado uno del otro. Se llega así a un punto en el que se cuestionan muchos aspectos de la relación. Incluso en algunos casos, puede desencadenar la separación y ruptura de la pareja, como consecuencia de la pérdida de empatía o la confianza en el otro. Se dejan de hacer cosas en común, porque se pierde el interés y se considera que ya no hay nada que merezca la pena compartir. Frecuentemente aparecen problemas de culpa en alguno de los miembros; disminuyen los espacios de diálogo e incluso puede llegar a desaparecer la comunicación. En algunos casos, se tiende a creer que hay otra persona externa a la pareja, lo que explica la aparición de celos, que se convierten en un ingrediente adicional de la crisis.
Las relaciones tóxicas son aquellas que nos hacen sentirnos mal y no nos permiten desarrollarnos adecuadamente. Existen varios tipos de relaciones tóxicas, como las de dependencia excesiva, con comunicación pasiva-agresiva, basada en las mentiras, o fundamentadas en el miedo, entre otras. Frecuentemente la persona afectada por una relación tóxica se encuentra “atrapada” en la relación y, aún siendo consciente de que le hace mal, no es capaz de romperla.
Se trata de una conducta psicológica que aparece en aquellas personas que necesitan que sean otros los que asuman la responsabilidad en importantes etapas de sus vidas. Se genera un temor a la separación de las personas, existen dificultades para tomar decisiones independientes, como también se experimenta el miedo a expresar el desacuerdo con los otros por temor al rechazo. En definitiva, se produce la dependencia emocional cuando la necesidad básica de afecto que todo ser humano necesita se manifiesta de forma enfermiza y desproporcionada y asociada al miedo, la manipulación y la inseguridad. El individuo teme ser rechazado o abandonado, lo cual le lleva a la pérdida de la propia personalidad para tratar de complacer en todo momento al otro. Normalmente, este tipo de patología viene asociada a una educación sobreprotectora o generadora de temor. Tras todo ello se esconde una baja autoestima y un elevado grado de inseguridad.
Es una de las manifestaciones más claras de desigualdad, subordinación y de las relaciones de poder de los hombres hacia las mujeres. Entre los síntomas habituales, se pueden mencionar los comportamientos de ninguneo o desprecio a las mujeres en general, las humillaciones, los gritos e insultos en privado o en público, las amenazas a la persona afectada o al entorno de la misma, las agresiones físicas, el aislamiento respecto a familiares y amigos, mantener relaciones sexuales en contra de la voluntad de la pareja, el control de su dinero, la oposición a sus decisiones o a su deseo de trabajar, o la amenaza de quitarle a sus hijos e hijas en el caso de que quisiera abandonarle.
Miedo constante a múltiples situaciones sociales de toda índole, por creer que todo lo exteriores agresivo. Este miedo a la gente puede estar provocado, como muchas otras dificultades, por una timidez excesiva, falta de confianza en uno mismo e incluso por unos sentimientos de inseguridad e inferioridad. Entre sus síntomas más frecuentes, pueden citarse el deseo de aislamiento o la de ansiedad por tener que enfrentarse a situaciones que resultan angustiosas. Es recurrente sentir sentimientos de pánico ante el temor de que se repitan situaciones pasadas. Las dificultades para afrontar el mundo externo y la gente en general, acaba por desencadenar un terrible sentimiento de soledad.
El miedo a hablar en público está generado por un sentimiento de aprensión de que el resultado pueda ser un bloqueo absoluto cuando nos presentamos ante un grupo de personas (público). Esta situación crea una situación de bloqueo en la persona afectada que le puede provocar tartamudeos en su discurso, haciéndole sentir que no vale para exponer argumentos. Por esto aparecen sentimientos de vergüenza y de inseguridad. La mera visualización de esta situación genera con frecuencia inquietud, sudoración y angustia.
Es un sentimiento severo y agudo de no gustar, lo que puede desembocar en una intensa caída de la autovaloración que hace que nos sintamos no estimados o rechazados. Se piensa que todo se hace mal, que la culpa siempre es nuestra porque no sabemos adaptarnos a los deseos de las otras personas. La persona que teme ser constantemente rechazada se anula así misma y trata de gustar a todo el mundo, aunque esta actitud le provoque un mayor desasosiego. Al final, tiende a buscar la soledad para, de este modo, no tener que enfrentarse a su problema y este autoaislamiento provoca ansiedad, angustia, llanto incontrolado y depresión. Por otra parte, el sentimiento continuado de no ser aceptado y querido como uno es, conduce a un sentimiento de culpa profundo.
El miedo al compromiso implica un temor fuerte a mantener una relación que implique un compromiso a largo plazo. La persona que experimenta esta situación muestra una fuerte ansiedad ante la relación, así como su incapacidad para expresar su temor a la otra persona, lo que probablemente da lugar, de forma inconsciente, a situaciones de enfrentamiento que le afianzan en su temor y le llevan a desistir de alcanzar un compromiso personal.
Es una angustia descontrolada asociada al sentimiento de un riesgo imaginario debido a una experiencia negativa en la conducción de un vehículo. En consecuencia, la persona genera un bloqueo mental al coger un volante, así como autoacusaciones de ser un inútil si se hace alguna raspadura o abolladura al coche; adicionalmente pueden producirse pensamientos angustiosos de perjudicar a otras personas por la acción de conducir o por imaginar que provoca un accidente mortal.
En este caso se da una angustia descontrolada junto con un sentimiento irracional y paralizante cuando se ha de hacer un viaje en avión. Por esa razón, la persona que lo experimenta está tensionada y temiendo percibir cualquier ruido ‘sospechoso’ durante la duración del vuelo, especialmente en los momentos del despegue y del aterrizaje. Probablemente la angustia que se siente ante la perspectiva del vuelo lleva a la persona afectada a problemas de insomnio las noches anteriores al vuelo.
Es un anormal, injustificado y persistente miedo a la muerte o a morir, que pude extenderse a otros aspectos relacionados con ella, como pueden ser los cementerios, los ataúdes, los hospitales, etc. Entre sus síntomas suelen aparecer cuadros de ansiedad, ataques de pánico o agonía. Todo el estrés que esto provoca lleva a que la persona afectada viva con una continua tensión que le produce insomnio, taquicardias, pesadillas, sudoración. Se convive con una obsesión constante, lo que implica un serio hándicap para gozar de la vida y una falta de armonía en el día a día.
El pánico incontrolado e incluso en muchas ocasiones, irracional, que produce en la persona que lo padece la paralización total cuando se encuentra a cierta altura. En numerosas ocasiones se asocia también al miedo a caer y sufrir un accidente o morir. El temor es tal que la percepción de la altura cada vez va siendo mayor y siente el miedo irracional en prácticamente todos los sitios por los que se transita. Algunos síntomas y manifestaciones son, la sensación de inestabilidad y nerviosismo exagerado, que atenaza y agarrota los músculos del cuerpo de tal manera que se provoca una inmovilización casi total del cuerpo; suelen aparecer también episodios de taquicardia seguidos de ataques de ansiedad. Se trata de reacciones del organismo incomprensibles para uno mismo y para los demás. Se llega a tener miedo de casi todo: caminar sobre una rejilla, bajar escaleras, entrar y salir de un vagón de metro. El simple hecho de saber que hay un vacío bajo tus pies, que no tiene por qué ser, ni mucho menos, de grandes dimensiones, es aterrador para la persona afectada, que vive en un constante estado de máxima alerta, completamente atemorizada por la angustia y en un estado de ansiedad total.
Nos encontramos ante un miedo descontrolado e irracional a sentirse encerrado; esto es, una fobia a entrar o permanecer en un lugar cerrado del que la persona está convencida de que no va a poder salir. Es frecuente que aparezcan ataques de ansiedad en ascensores, aviones, salas enrejadas, entre otros. Cuando la persona que sufre claustrofobia sabe con antelación que va a entrar en un lugar cerrado o de escasas dimensiones, sufre ansiedad aguda que se manifiesta con mareos, taquicardias, sensación de falta de aire, presión en el pecho. Todos estos síntomas son la causa de que se eviten a toda costa los espacios cerrados. El afectado sufre tremendamente y se siente incomprendido al ver que la mayoría de los individuos no tienen estos problemas y no comprenden su ansiedad.
Es un miedo irracional y constante hacia los animales. Se suelen presentar distintos tipos de fobias dependiendo del o de los animales a los que se teme: animales con plumas, arañas, reptiles, perros, animales disecados, etc. Entre sus síntomas es frecuente la aparición de ansiedad ante la presencia del animal en cuestión, seguida de un elevado grado de nerviosismo que provocan ahogos, taquicardias o estrés. Se siente la necesidad de huir o evitar los lugares en los que hay animales. Se pueden llegar a alcanzar elevados niveles de temor que llevan a la frustración o a situaciones en las que la persona afectada pierde todo el control de sí misma, al sufrir verdaderos ataques de pánico.
Miedo irracional a los espacios abiertos o lugares públicos. Es un trastorno de ansiedad que aparece cuando la persona se encuentra en espacios sin límites claros o situaciones en las que, debido a la amplitud del sitio, implica serias dificultades para que la persona afectada pueda escapar o recibir ayuda en el caso de que le dé un ataque de pánico.
Se define como aquel estado de agotamiento mental, emocional y físico que se presenta como resultado de exigencias agobiantes en el trabajo. En consecuencia, la persona experimenta síntomas de desmotivación laboral, así como de baja productividad laboral, de fuerte estrés e igualmente de cansancio físico y mental.
Son todas aquellas situaciones de enfrentamiento que se pueden producir en una empresa; puede darse entre los propios trabajadores o entre éstos y la dirección de la empresa. Como consecuencia, se generan entre las personas escenarios de ansiedad e inquietud en el ámbito laboral; apatía en la realización del trabajo, así como pérdida de confianza en los compañeros o en la dirección.
Dificultad más o menos embarazosa que hace difícil la convivencia con personas que no se han podido elegir, y con las que hemos de relacionarnos con mucha frecuencia, incluso diariamente. Los síntomas más comunes son nerviosismo, intolerancia, sentimiento de culpa, baja autoestima o timidez. Suele aparece reiteradamente en el puesto de trabajo, aunque, por supuesto, aparece también en ambientes infantiles y juveniles, tanto en las aulas como en actividades extraescolares.
Se trata de una necesidad excesiva e incontrolable de trabajar de manera continua y constante, dedicando escaso o poco tiempo a otras actividades de la vida. Este tipo de comportamiento afecta de manera clara a nuestra salud física y emocional, así como a nuestras relaciones sociales (familia, amigos, etc.) La persona que lo padece manifiesta una incapacidad de controlar el tiempo que dedica a su trabajo, aunque con frecuencia no sean conscientes del exceso de tiempo que dedican al mismo.
Se produce cuando las tensiones en el ámbito laboral generan una presión mental o psicológica que afecta a la persona no sólo en el ámbito laboral, sino también en lo personal y en la salud. Debido a esta presión la persona desarrolla sentimientos de ansiedad, de irritabilidad, de baja autoestima o de creciente soledad. Tales sentimientos suelen ir acompañados de sensaciones de fatiga, o de apatía.
Es el abuso, generalmente por parte de una persona con mayor categoría profesional, de un trabajador o una persona dependiente que está a su cargo. Este tipo de conducta de extralimitaciones de la autoridad suele mantenerse de forma reiterada. La víctima, con frecuencia, suele ser una persona aparentemente de poco carácter (por no saber demostrarlo), que no es capaz de poner límites a tiempo. El jefe tirano se considera con autoridad y poder para humillar a su víctima, hacerle creer que es un inútil y que, además, tiene que soportar sus cambios de humor de buenos modos. Siempre quiere dejar bien claro que solo gracias a él puede seguir trabajando. Normalmente, los individuos causantes del mobbing son personas acomplejadas e ineptas, que se crecen actuando de forma despótica por considerar al subordinado como un objeto sin ningún tipo de valía. Naturalmente este tipo de sujetos no se enfrenta a quien quiere, sino a quien puede. La persona acosada laboralmente sufre ansiedad, estrés, insomnio e incluso llega a caer en depresión. Se producen sensaciones de ahogo, que van apareciendo con mayor frecuencia y van adquiriendo mayor duración. Durante la noche, la falta de un sueño reparador acaba convirtiendo a la jornada laboral en una auténtica tortura. El llanto se manifiesta en cualquier momento e Incluso se teme y aborrece asistir al puesto de trabajo. El afectado se siente un inútil y no encuentra apoyo en sus compañeros, por regla general.
Aparece cuando la persona lleva varios meses en paro y empieza a darse cuenta de que la situación comienza a afectarle y a superarle. Como es natural, la depresión tiende a aumentar con los repetidos intentos fallidos por encontrar empleo.
Aparecen cuando la persona encargada de gestionar un equipo de trabajo se siente incapaz de hacerlo, bien porque cree que no tiene capacidad suficiente para el liderazgo, bien porque algunas de las personas que conforman el equipo son conflictivas o existen conflictos dentro del mismo. Los síntomas comunes son la sensación de sentirse agredido por los subordinados y el propio equipo o de que no le están tomando en cuenta en relación con la dirección de la actividad de que se trate.
Se trata de una herramienta donde el coach (entrenador, animador, supervisor) y el/los clientes, interactúan con el objetivo de ayudar a tener un mayor conocimiento de las habilidades y competencias de cada cual, con el fin de aumentar su capacidad en la toma de decisiones profesionales.
Los conflictos familiares pueden ser de diferentes tipos, dependiendo esencialmente del grupo de personas que integren la unidad familiar; es decir, hay grupos familiares que se definen por relaciones filiales (padres, hijos y hermanos) y otros que se definen por los vínculos de pareja. En todo caso, entre los diferentes miembros se establece una relación íntima y estrecha por lo que , una conducta de cualquiera de ellos puede afectar a la dinámica de la familia. Por lo tanto, es el propio hecho de mantener lazos íntimos, lo que explica la aparición de los conflictos familiares. Además, el hecho de que convivan personas de diferentes edades, pensamientos y forma de vida hace que el conflicto sea algo inevitable. Lo fundamental no es evitar el conflicto, ya que se trata de un fenómeno natural de los grupos, sino aprender a manejarlos de una manera inteligente y asertiva. Cualquier crisis familiar requerirá la cooperación y ayuda de todos los integrantes de la misma.
La orientación familiar es un proceso de ayuda a personas unidas por un vínculo familiar, con el propósito de facilitar una dinámica familiar positiva, que permita el desarrollo de herramientas efectivas para la solución de problemas y la toma de decisiones; así mismo se trata de potenciar los recursos educativos de los que dispone el grupo familiar y fortalecer las funciones de apoyo, seguridad y afecto propias.
La comunicación en la familia determina la relación entre los adultos que formen parte de la misma, así como la manera en la que los hijos e hijas aprenden a manejar sus emociones y a saber comunicarse bien con otras personas. Los problemas de comunicación pueden empezar cuando uno de los miembros de la familia presenta un excesivo individualismo o cuando los estilos educativos de los progenitores difieren mucho entre sí. Algunos de los factores que afectan a esta situación son la falta de tiempo de los progenitores, la falta de paciencia requerida y el exceso de disciplina.
Hace referencia a los alumnos que suelen ir mal en casi todas las asignaturas y que presentan además grandes lagunas de conocimiento, sobre todo en las áreas de la lectura, de comprensión lectora y de escritura. Estas áreas generan alteraciones significativas en los procesos de enseñanza y aprendizaje. Las manifestaciones más comunes del bajo rendimiento escolar son: dificultades de aprendizaje, inadaptación escolar, falta de motivación en los estudios o en las actividades escolares, etc.
Se define como la dificultad para superar las diferentes etapas de la enseñanza obligatoria (hasta 4º ESO); se puede concretar en el abandono prematuro escolar, la repetición de cursos, las dificultades graves de aprendizaje escolar y, en el futuro, las dificultades para encontrar un trabajo. Entre las causas que motivan el fracaso escolar deben destacarse los problemas de aprendizaje, la falta de madurez, la presencia de trastornos psicológicos, el acoso escolar o las adicciones.
Se trata de cualquier forma de maltrato psicológico o físico que tiene lugar entre compañeros de manera reiterada en el tiempo y que implica un abuso de poder por parte del agresor. El acosado presenta una serie de síntomas, como negarse a ir al centro educativo, nerviosismo, tristeza y aislamiento respecto al resto de compañeros de su edad. En algunos casos, pueden aparecer también ideas de suicidio e incluso su realización. Además, se distinguen dos tipos respecto al medio a través del cual tiene lugar el bullying: de manera presencial o/y on-line (a través de redes sociales, etc.)
Sentimiento de vergüenza excesiva y enfermiza que paraliza las acciones y reacciones delos alumnos afectados. La timidez descontrolada lleva a que se actúe con inseguridad y miedo ante lo que pueden pensar los demás. Está causada por una falta de seguridad extrema y una bajísima autoestima. La persona afectada se colapsa ante situaciones que la sobrepasan, por muy simples que puedan parecer. Es frecuente que se produzca enrojecimiento de cara, nerviosismo, sudoración o tartamudez. En ocasiones la persona tímida puede llegar a ser víctima de comentarios, burlas o risas ajenas, lo que provoca un terrible sentimiento de rabia e indefensión. Las consecuencias son la falta absoluta de espontaneidad, el llanto desconsolado o el deseo de convertirse en invisible. Este problema convierte al tímido extremo en una víctima de sí misma.
Sensación de nerviosismo generalizado e incontrolado que puede provocar bloqueo mental con gran facilidad. El estrés continuado lleva a que el estudiante no se centre en lo principal, malgastando esfuerzos y tiempo, lo que acaba derivando en un aumento de la ansiedad. Se entra en una especie de círculo vicioso del que es difícil salir, por lo que no se consiguen los resultados esperados en las evaluaciones. Entre sus síntomas principales se mencionan el sentimiento de inseguridad severo, miedo al fracaso o sentimiento de inferioridad. La comparación con otros estudiantes exitosos provoca en la persona afectada el convencimiento de que uno mismo es incapaz de realizar bien los exámenes o las pruebas de evaluación. La idea de incapacidad o de que no se sirve para el estudio acaba afectando al momento previo de enfrentarse a las pruebas, causando una gran frustración y un malestar tal que puede conducir al abandono escolar o universitario.
Se define como la falta de asistencia del alumnado al centro educativo sin que exista una causa justificada y durante la etapa de la enseñanza obligatoria. Algunas de las causas que pueden provocarlos son los problemas económicos de la familia, los propios problemas y dificultades de aprendizaje, motivos de salud, problemas internos de las familias o la falta de motivación.
Se trata de problemas conductuales y emocionales que presentan algunos niños y adolescentes y que se manifiestan en comportamientos desafiantes, antisociales o agresivos. Para su diagnóstico es necesario que dicha conducta persista al menos durante seis meses y se manifiesta en una trasgresión de la conducta socialmente esperada para la edad de cada alumno. Las negativas repercusiones de estas conductas pueden darse a nivel personal, social, académico y familiar. Sus síntomas más frecuentes son las peleas y provocaciones, la agresividad, la destrucción de la propiedad, robos, mentiras, absentismo escolar, fugas del hogar y desobediencia en general.
El alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo son aquellos que necesita una atención distinta a la ordinaria, por presentar necesidades educativas especiales (NEE), por dificultades específicas de aprendizaje (DEA), por Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), por altas capacidades, por haber accedido al sistema educativo de manera tardía, o por condiciones personales o académicas que impiden alcanzar el máximo desarrollo de sus potencialidades o capacidades personales. En muchos de estos casos, sobre todo si no se han detectado a tiempo las necesidades, existe una vivencia de fracaso o “de no llegar” a lo que les corresponde por edad, lo que repercute negativamente en su autoestima.
La infancia y la adolescencia son etapas muy especiales en la vida de las personas, pues muchos de los problemas que presentamos en nuestra vida tienen su origen en estas etapas. Es cuando se empieza a desarrollar la identidad de las personas, así como la definición de su personalidad. A la par de ir creciendo física y mentalmente, empiezan a desarrollarse las estrategias para establecer buenas relaciones sociales, a través de vínculos y lazos afectivos. Por las razones anteriores se trata de etapas fundamentales para el desarrollo de una personalidad equilibrada en la edad adulta; por tanto, si aparecen problemas en niños o adolescentes, pueden dar lugar, a posteriori, a desordenes psicológicos más severos. Estos problemas pueden ser emocionales, como por ejemplo: las fobias, la ansiedad o la depresión, de aprendizaje, como por ejemplo el TDAH o DEA o problemas de conducta con o sin agresividad y el aislamiento social.
Cuando una familia opta por la filiación adoptiva tiene que pasar por una serie de trámites fijados por la Autoridad competente. Estos trámites incluyen, entre otros, el estudio psico-social, la formación obligatoria en materia de adopción y la tramitación del expediente. Durante esta etapa, es común que las familias sufran altibajos, bien por los interrogantes que suscita la adopción, bien por la larga espera a la que se ven sometidos. Además, una vez que el menor adoptado ya forma parte de la familia, pueden tener lugar otro tipo de dificultades y conflictos como son, por ejemplo, cómo acompañar a los niños adoptados en la búsqueda de los orígenes biológicos, cómo encajar durante la adolescencia la condición de adoptado en la formación de su identidad, etc.
Se trata de un trastorno del sueño común, que puede concretarse en la dificultad para conciliar el sueño (quedarse dormido) o mantenerlo (sin despertares que interrumpan el sueño). Entre las causas más comunes que lo provocan se mencionan la alteración de los ritmos circadianos (ciclos de actividad-descanso), por no seguir pautas marcadas de sueño-vigilia (por trabajos de turno rotativos, por dormirse a diferentes horas cada día, por viajar a través de diferentes zonas horarias, etc.). Sin embrago su origen también puede deberse a enfermedades físicas (metabólicas, hormonales, neurológicas…) o a enfermedades psiquiátricas (estrés, ansiedad, depresión, esquizofrenia, etc.), así como a otras enfermedades del sueño como por ejemplo, el síndrome de piernas inquietas y apnea (dificultades para respirar con normalidad durante el sueño).
Este síndrome es un trastorno que afecta al intestino. Los síntomas más comunes son cólicos, dolores e hinchazón abdominal, gases y diarrea o estreñimiento. Se trata de un trastorno crónico cuyo tratamiento suele abarcar un período de largo plazo. La experiencia de cómo la persona vive este síndrome suele venir matizada por aspectos emocionales, como la ansiedad, la ira, la frustración o la tristeza.
Dolor, generalmente molesto y constante, que abarca todo el cuerpo. Aunque es una dolencia que tarda en ser diagnosticada, está asociada a traumatismos físicos y a estrés emocional de mucha envergadura. Hay diferentes tipos e intensidades. Suele aparecer con mayor frecuencia entre las mujeres que entre los hombres. Sus síntomas más frecuentes son la aparición de dolores de cabeza, generalmente de carácter tensionales o dolor en las articulaciones, acompañados de cuadros de ansiedad, estrés y depresión. Es frecuente también sentir un cansancio continúo provocado por falta de descanso nocturno. Hay casos en los que se producen dificultades tanto de atención como de concentración, entre otros malestares físicos.
Se habla de dolor crónico cuando su duración en la zona a la que afecta se puede extender en el tiempo durante meses e incluso años. Como consecuencia de ello se originan cuadros de depresivos, de pérdida de autoestima, de pérdida de apetito, una sensación constante de fatiga o también falta de deseo sexual…
Es una patología que sufre un importante porcentaje de la población, consistente en apretar fuertemente y de manera inconsciente las mandíbulas, especialmente durante el sueño, lo que produce el desgaste de las piezas dentales. Afecta a todas las edades.
Los síntomas que lo acompañan son ansiedad, estrés, ira o frustración. Esta constante fricción dental causa además tensiones, ocasionando dolores de cabeza y de cervicales, insomnio, llegando incluso a provocar situaciones de depresión.
Es un estado de dolor de cabeza intermitente. Los tipos más frecuentes son: la migraña o jaqueca y la cefalea de tensión. En cualquiera de estos casos se observan trastornos del ritmo de sueño y, con mucha frecuencia, abuso de medicamentos y situaciones de ansiedad y estrés.
Estado de cansancio severo que no mejora con un descanso adecuado. La persona afectada se siente débil y con un bajo estado de ánimo, llegando, por lo general, a estados depresivos. Se trata de una fatiga aguda que se alarga en el tiempo, con problemas para conciliar el sueño, dolores y mareos. Los síntomas empeoran tras cualquier actividad física o mental. También aparecen problemas de concentración. De manera general, puede deberse a enfermedades graves, como el cáncer, insuficiencia cardíaca, fibromialgias o depresión entre otros.
Es una sudoración excesiva que experimenta una persona en situaciones aparentemente normales. Puede afectar a las manos, a los pies, a las axilas o a la cara. Las personas que la sufren experimentan un malestar continuo ya que no pueden controlarla y les supone una gran incomodidad para llevar a cabo las tareas habituales de cada día. Muchas veces viene acompañada con sentimientos de vergüenza de la persona afectada por lo que los demás pueden pensar de ella.
Se trata de una enfermedad en la que la persona pierde cabello de la cabeza como consecuencia del sometimiento a altos niveles de estrés, que promueven dicha caída. Habitualmente es una enfermedad de carácter temporal, ya que en el momento que desaparece el estrés, la caída del cabello se detiene.
La Psicooncología es una espacialidad de la medicina que integra la Oncología (el tratamiento del cáncer) y la Psicología; se centra en entender y tratar los aspectos psicológicos del paciente que tiene o ha sufrido cáncer.
En ocasiones, tras una operación, el paciente puede experimentar secuelas psicológicas derivadas de la misma. Dependiendo de la enfermedad y del tipo de operación, las secuelas pueden venir acompañadas de ansiedad, depresión, duelo o diferentes tipos de miedos.
Los problemas de alimentación más frecuentes son los relacionados con la Anorexia y la Bulimia; sin embargo, otros problemas importantes que se producen con cierta frecuencia son la obsesión por adelgazar y el miedo a caer en la obesidad. Otro problema semejante a los anteriores es la Vigorexia, es decir, la obsesión por tener más músculos.
Los problemas sexuales más habituales son la Disfunción eréctil (la dificultad de conseguir o mantener una erección) y la Eyaculación precoz en el caso de los hombres, y la Dispareunia (dolor en el coito), el Vaginismo (contracción involuntaria de los músculos del suelo pélvico de la vagina que imposibilita la penetración) y la Anorgasmia (ausencia de orgasmo) por lo que respecta a las mujeres. Otras dificultades que se presentan en ocasiones se refieren a la Falta del deseo sexual, el Miedo al sexo o la Adicción excesiva al sexo.
Entre las Adicciones más comunes hemos de mencionar el Tabaquismo (dificultades para dejar de fumar), el Alcoholismo (abuso en el consumo de bebidas alcohólicas) y la Adicción a las drogas ilegales (porros, cocaína, drogas de diseño, etc.) y a las drogas legales (fármacos). También son importantes, especialmente en los últimos años, las Adicciones Sociales, como por ejemplo las que se producen en la adolescencia (internet, móviles, juegos, videojuegos…); o, desde otra perspectiva, la Adicción a las compras o la Adicción al juego (Ludopatía).
Es un trastorno mental que implica una forma o patrón rígido de comportamiento, de pensamiento y de sentimiento que interfiere de manera significativa en la vida de las personas. Los tipos que se presentan con más frecuencia son:
Los Traumas son las consecuencias de un evento o hecho que ha impactado profundamente en la estabilidad o el bienestar de las personas; normalmente, este tipo de problemas deriva del Maltrato físico o psicológico, los Abusos sexuales o los Traumas infantiles.
Entre los temas más frecuentes que tratamos en consulta, deben incluirse el Apoyo a padres primerizos, la Ansiedad ante el embarazo, el Apoyo psicológico en casos de infertilidad, el Apoyo para la superación de un aborto, el Parto traumático y la Depresión postparto. Así mismo, se abordan los problemas relacionados con la educación de los hijos (establecimiento de normas y límites), el trabajo respecto a las llamadas Nuevas Masculinidades o el significado y alcance del género y las dificultades asociadas ala Monoparentalidad.