Las consecuencias sanitarias de la pandemia van mucho más allá del control de la enfermedad. Cada vez es más necesario hablar claro: la COVID-19 ha afectado psicológicamente a la mayor parte de la población.
Los jóvenes, son quizás, el colectivo que más claramente está sufriendo estas consecuencias. El aumento de la ansiedad y la angustia, así como de estados depresivos, se está produciendo con especial intensidad en estas edades. Muchos jóvenes confiesan tener menor motivación para realizar las actividades que anteriormente disfrutaban. Otros expresan una percepción muy negativa sobre su futuro. Y muchos son víctimas del insomnio y/o la irritabilidad, o ven crecer sus emociones de miedos, nerviosismo, tristeza o culpa.
Los estudios disponibles señalan que quienes tienen edades comprendidas entre los 18 y 39 años, son los que presentan más síntomas de ansiedad y depresión. Con frecuencia con consecuencias somáticas. Por el contrario, todo parece indicar que los mayores de esas edades se sienten más tranquilos y capaces de controlar sus emociones.
En nuestra experiencia directa, uno de los motivos de consulta más frecuentes es el sentimiento de soledad , generado por el confinamiento y la amenaza de la infección ha generado. El hecho de que la gente más joven no pudiera estar con sus amigos, es decir, socializando, es causante de buena parte de los problemas señalados.
Además del sentimiento de soledad y de estar expuestos a un peligro “invisible” que provoca muertes, otros estudios destacan que la creciente vulnerabilidad de los jóvenes tiene que ver con la pérdida de hábitos saludables. Un cierto incremento de la violencia intrafamiliar y el uso inmoderado de las nuevas tecnologías.
Digitalización del Modelo Educativo
Un factor adicional explicativo del malestar creciente de los jóvenes es la incertidumbre sobre el posible retraso académico que han podido experimentar. Todo ello consecuencia de la sustitución de las clases presenciales por modalidades virtuales o semipresenciales. En el presente curso académico, muchos alumnos han vuelto a sus clases con ataques de ansiedad o crisis de angustia. Se encuentran con la sensación de que empiezan el nuevo curso con un nivel inferior al que deberían tener, dada su sensación de “pérdida de clases”.
Además del aumento de adicciones a las nuevas tecnologías, la pandemia ha generado también un mayor consumo de alcohol, tabaco, cannabis y psicofármacos por parte de adolescentes.
Nuestra recomendación frente esta situación es clara y contundente: ante cualquier manifestación distinta o extraña de los jóvenes, hay que acudir a consultar a un profesional de salud mental. Así mismo, es necesario mantener una coordinación y seguimiento de los jóvenes afectados, tanto en el contexto escolar, como en el familiar, el clínico o el social. Las tareas de coordinación y seguimiento, por otro lado, debe involucrar a los padres, los profesionales de la salud, a los educadores y a los trabajadores sociales.
Las consecuencias psicológicas de la pandemia en jóvenes han afectado a muchísimas personas. Si necesitas ayuda, podemos asistirte en el teléfono 692 99 24 95, que intentamos atender continuamente y en el que, en su caso, se puede dejar la petición en el buzón de voz, debiendo explicar en tal caso los datos personales básicos (nombre, apellidos y teléfono de quien demanda atención). Nuestra consulta se encuentra en Calle Fernández de la Hoz, 27. 28010 Madrid, ofreciendo también sesiones online.
Y la alternativa es el correo electrónico info@psicologoenchamberi.es que procuramos tener controlado sistemáticamente para poder ofrecer, como en el caso anterior una respuesta rápida y operativa.