Llega el verano y con éste, aparecen las altas temperaturas. Los medios de comunicación nos alertan de cuales son los máximos que se van a alcanzar, los niveles de alerta y las medidas físicas que se han de adoptar para hacerlas frente.
Pero poco se habla de los efectos a nivel psicológico que estas pueden provocar ni de cómo hacerles frente.
Tenemos que recordar que el cuerpo y la mente están unidos y, por tanto, se influyen mutuamente. Nuestro cuerpo está preparado genéticamente para adaptarse a los cambios externos y, uno de los muchos, pueden ser los cambios de temperatura. En estos casos el cuerpo reacciona tanto a temperaturas muy bajas como muy elevadas; en este último caso, el que nos concierne, el cuerpo siempre trata de conseguir un “equilibrio térmico”, para ello libera el calor a través de la transpiración (sudor) y vasodilatación de los tejidos más superficiales de la piel (para que la sangre esté más cerca del aire y se pueda enfriar). El hipotálamo, una pequeña región de nuestro cerebro, es el órgano que se encarga de regular estos cambios de temperatura en nuestro cuerpo, para ello utiliza una especie de termorreceptores que tenemos en la piel y que miden los grados centígrados a los que estamos sometidos. Un calor excesivo activa el hipotálamo, que a su vez va a influir en el sistema endocrino (que liberará hormonas para ayudar a esta autorregulación térmica) y en el sistema nervioso simpático (que activará de manera automática el cuerpo para hacer frente a esta “amenaza”).
Cuando la temperatura exterior va subiendo, las personas empiezan a moverse más lentamente, sufren cansancio, sienten ahogos o sofocos, así mismo pueden aparecer fuertes dolores de cabeza…
A nivel psicológico, entonces, aparecen síntomas relacionados con el estrés y la ansiedad.
Todo esto provocará diferentes efectos, tales como sensación de malestar general, agresividad y/o enfado, desorientación espacio-temporal, enlentecimiento del pensamiento, confusión mental, somnolencia, insomnio (el hipotálamo regula los ciclos de sueño y de vigilia), sueño fragmentado y falta de energía consiguiente por no haber podido descansar adecuadamente, falta de atención y concentración, rápidos cambios de humor, sensación de impotencia por no poder controlar la situación…
¿Cómo evitar los efectos Efectos Psicológicos ante las Altas Temperaturas?
Aléjate del sol, busca aire fresco, refréscate el cuerpo mojándote con agua, busca refugios climatizados o piscinas, bebe mucha agua para evitar la deshidratación, usa ropa ligera, toma alimentos ricos en agua (frutas), evita estar al aire libre a las horas de máximo calor…
¿Qué hacer a nivel psicológico?
Tener una predisposición positiva hacia el aumento de la temperatura, de tal manera que si soy consciente más fácil va a ser mi adaptación a esta situación.
Mantener la calma siempre, si es necesario utilizar recursos como la relajación y la meditación. También puede ayudarte escuchar música, dar un paseo cuando haga menos calor (generalmente a primera hora de la mañana o a última hora del día).
Buscar salidas a este aumento de temperatura, como por ejemplo buscar la sombra, lugares frescos donde tomarse un “respiro” (un bar, una tienda o una biblioteca), darse duchas frecuentemente…
Hacer planes placenteros con amigos o familiares que nos permitan “evadirnos” de los pensamientos sobre el calor. De los efectos psicológicos ante las altas temperaturas.
No olvidéis que el calor es pasajero y se puede luchar contra él.
